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lunes, 3 de mayo de 2010

LA SALUD Y EL ESTADO


Reseña del libro:

BARONA, J.L. y BERNABEU-MESTRE, J. (2008): La salud y el Estado. El movimiento sanitario internacional y la administración española (1851-1945), Valencia, Universitat de València.

Entre las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX ocurre una transformación clave en la consideración que tiene la sociedad española sobre la cuestión sanitaria: “la enfermedad y la salud pasaron de ser un asunto que atañía principalmente a la pobreza y la filantropía, a convertirse en una cuestión que suscitaba el interés de amplios sectores de la sociedad”, en otras palabras, la salud de la población pasó a ser considerada como un asunto de Estado.

El nuevo libro de Barona y Bernabeu-Mestre analiza esta cuestión, y sobre todo aporta una nueva pieza clave para explicar el origen de las políticas públicas relacionadas con la salud en nuestro país: la imposibilidad de comprender la evolución de la situación sanitaria de la sociedad española sin un análisis minucioso de la influencia directa del contexto internacional. El libro ofrece una sólida reconstrucción histórica de las interacciones y transferencia de conocimientos y prácticas entre el llamado movimiento sanitario internacional, “verdadera comunidad científica de gran influencia política y social durante la primera mitad del siglo XX”, y su correlación con las decisiones en materia de salud pública que fueron tomadas, durante ese periodo histórico, por el Estado español.

Por medio del estudio de documentos originales, los autores trazan un exhaustivo recorrido histórico a través de la gestación y evolución del movimiento sanitario internacional. Desde su origen, a lo largo de las primeras décadas del siglo XIX, impulsado por los intereses comerciales y políticos de las principales potencias coloniales europeas (Francia, Gran Bretaña, Austria-Hungría), las cuales detectan por primera vez la necesidad de coordinarse en materia sanitaria con el fin de controlar epidemias que amenazaban sus intereses en el comercio marítimo internacional. Se analiza la participación española en las Conferencias Sanitarias de París (1851, 1859), Constantinopla (1866), Viena (1874), Dresde (1893) y París (1911), estudiando en profundidad la contribución realizada por cada una de estas conferencias internacionales al progreso del conocimiento científico, fundamentalmente en relación al contagio y prevención de las epidemias de cólera, fiebre amarilla y peste. Conocimiento que tenía repercusiones directas sobre la naturaleza y eficacia de las medidas restrictivas a aplicar al libre tráfico. Por otro lado, este minucioso trabajo también analiza los congresos internacionales de higiene y demografía, así como otras reuniones en las que empiezan a tenerse en cuenta cuestiones relacionadas con la beneficiencia pública o la protección de la infancia. Estas reuniones culminan con la fundación en 1907 de la Oficina Internacional de Higiene Pública, con sede en París, primer organismo internacional que va más allá de la sanidad de fronteras y empieza a ocuparse de los graves problemas de salud que amenazaban a la población europea en general.

Resulta de gran interés el análisis que continuamente realizan los autores de los sucesivos puntos de contacto entre el contexto histórico de transformación en el plano internacional y la transformación social interna en España, que conduce al progresivo desarrollo de políticas de salud pública en nuestro país (en particular, las transformaciones que vive la Sanidad española desde mediados del siglo XIX, el proceso de institucionalización que alcanza la salud pública durante los años 20 y 30 de nuestro siglo y las reformas impulsadas durante la Segunda República). Muchas de las políticas nacionales, reformas y proyectos sanitarios llevados a cabo a lo largo de nuestra reciente historia se explican como aplicación en nuestro país de las propuestas internacionales emanadas de conferencias, informes técnicos y reuniones de grupos de expertos.

Según Barona y Bernabeu-Mestre, una de las más claras influencias internacionales sobre las políticas sanitarias españolas fue la protagonizada por la Fundación Rockefeller y, en particular, su Internacional Health Board (IHB), sección dedicada a promover la salud pública internacional. La relación entre el Gobierno español y el IHB se inicia en la década de 1920, a petición de José Castillejo, secretario de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, institución fundada en 1907 y que constituyó uno de los principales proyectos regeneracionistas puestos en marcha por el Gobierno español. Los autores subrayan en el libro la infatigable labor de José Castillejo y su importante papel –no lo suficientemente reconocido– como artífice de entramados internacionales destinados a abrir fronteras para la ciencia española. El IHB tuvo una participación esencial en el desarrollo de proyectos sanitarios de capital importancia: la lucha contra el paludismo en España, la erradicación de la anquilostomiasis de las minas, la formación de enfermeras de salud pública, el inicio de la estadística sanitaria en España, la creación de laboratorios y centros sanitarios y la formación de científicos y profesionales a través de pensionados.

También se aborda en el libro la participación española en el Comité de Higiene de la Sociedad de Naciones. Este comité tuvo una gran influencia en la formación de expertos en salud pública y, como consecuencia, en la creación de escuelas nacionales de sanidad europeas, como por ejemplo la Escuela Nacional de Sanidad de Madrid (1924).

Posteriormente, se analizan las reformas sanitarias llevadas a cabo durante la Segunda República, sobre todo durante el período del gobierno provisional y el bienio transformador (1931-1933), donde se esboza por primera vez la creación de un sistema de asistencia social.

Finalmente, los dos últimos capítulos del libro se centran, por un lado, en la influencia de la sanidad internacional sobre la alimentación y salud de la población durante la Guerra Civil española y, por otro lado, sobre el exilio de Marcelino Pascua, Director General de Sanidad durante la Segunda República, y su papel como jefe de la Sección de Estadísticas Sanitarias de la recién creada Organización Mundial de la Salud (1948).
En definitiva, la lectura del libro pone de relevancia la importancia de la salud como variable histórica y su creciente interés socio-económico en el mundo contemporáneo. Durante el periodo histórico analizado en el libro, el concepto de salud en la sociedad española evolucionó hasta convertirse en un asunto de estado, relacionado con la mejora de las condiciones de vida, el progreso y la modernidad. “La salud y el Estado” aporta nuevas claves, reflexiones y materiales que, como anticipan sus autores, supondrán un punto de partida para futuras investigaciones sobre la historia de la medicina y la sociedad.

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